"¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?" (Job 11:7). ¿Se nos ocurriría descubrir a Dios por nosotros mismos? Él está infinitamente más allá de todos nuestros pensamientos. Todas las representaciones que los hombres se han hecho de Dios son insuficientes y ocultan lo que es real. Entonces, ¿Cómo conocerlo?–Dios se revela por medio de la Creación: "Los cielos cuentan la gloria de Dios" (Salmo 19:1). Al considerar la infinidad del cielo y las maravillas de la naturaleza somos conducidos a exaltar a nuestro Creador, y a orar.
–Dios habló aun de forma más cercana por medio de los profetas, y de manera definitiva por medio de su Hijo Jesucristo. Jesús revela a Dios a través de sus palabras. "Todos… estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca" (Lucas 4:22). "Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad" (Marcos 1:22).
–Jesús también nos muestra a Dios por medio de sus milagros, que testifican que él es el enviado de Dios, el Mesías prometido.
–Jesús revela a Dios por medio de su muerte. La vida de Jesús no podía salvarnos de nuestra perdición eterna. Era necesario que diese su vida para quitar todas las barreras que nos separaban de Dios. "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros" (1 Juan 3:16). –Por último, Dios se reveló resucitando a Jesús de entre los muertos (Hechos 2:32).
A menudo oímos decir: «Lo importante es estar animado». Sabemos muy bien que la mente desempeña un papel importante para tener una buena salud, y que es primordial afrontar con positivismo las dificultades. Sin embargo todo el mundo está seguro de que tiene razones para quejarse. «Si tuviese más dinero, un trabajo menos duro y mejor salud, todo iría mucho mejor». Pero es obvio que el dinero y el confort no lo son todo para ser feliz. Y aunque por fuera parezca que todo va bien, por dentro puede haber un gran vacío.