jueves, 26 de mayo de 2011

Oír la palabra de Dios

Egoísmo
     Todos albergamos deseos egoístas, que nos alejan de los demás, y de Dios, pues solo pensamos en nosotros mismos, aún sin percibirlo. Así, cuando recibimos una palabra de Dios que se contrapone a nuestro egoísmo, ya no le obedecemos.
 
     Esto provoca ruptura en la relación con Dios. Los discípulos se afligieron en gran manera cuando escucharon que el Señor moriría crucificado. No habían logrado entender las últimas palabras de Jesús sobre Su resurrección al tercer día. Como consecuencia, en el momento decisivo, cuando el Señor fue crucificado, todos terminaron siendo grandes y vergonzosos traidores que huyeron por su propia vida.
 
     Uno de los pasajes más atesorados por los cristianos es Filipenses 4:13, que dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Hay muy pocos seguidores de Jesús que no les guste esta cita. Pero también son pocos los que conocen el versículo anterior a éste, el 12: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado, como para tener hambre, así para tener abundancia, como para padecer necesidad" (Fil. 4:12).
 
     ¿Qué significa esto? Que cuando renunciamos a toda codicia y vamos más allá de lo material, encontramos el 'poder' para realizar 'todas' las cosas. Sin embargo, las personas no tienen en cuenta este versículo anterior y solamente se aferran al versículo más conocido, insistiendo que 'todo pueden en Cristo' para satisfacer su codicia. ¡Cómo no destruiría esto la relación con Dios! Solamente aquellos que escuchan toda palabra de Dios, desde el principio hasta el fin, pueden mantener una relación correcta delante de Dios.
 
 
Toda la Escritura es inspirada por Dios,
y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.
2 Timoteo 3:16-17